Consciente, inconsciente y subconsciente

Mucho se ha dicho (y escrito) sobre el subconsciente llegando incluso a describirlo como una especie de fuerza mística que dirige tu camino aun cuando tú no te das cuenta. Algunas cosas son ciertas; otras, son simple charlatanería de gente que no haya cómo explicar lo que sucede en su vida y le asigna estos poderes mágicos al subconsciente. Pero yo me pregunto: ¿saben estos pseudoprofetas del subconsciente lo que es y cómo funcia en realidad? Por la forma cómo se expresan de él, de verdad lo dudo. Estas pocas líneas no pretenden ser un tratado sobre lo que es el subconsciente, sólo pretendo dar algunas luces a aquellos que estén interesados en cómo reprogramar su subconsciente en beneficio propio y de quienes le rodeen.

Para empezar, aclaremos lo que no es el subconsciente:

1. no es una fuerza mística que guía tu rumbo sin que te des cuenta;

2. no es una energía cósmica que ilumina u obscurece tu vida cuando te descuidas;

3. no es una bendición que cae del cielo cuando tienes mente positiva; y, por sobre todas las cosas,

4. no es ninguna clase de poder sobrenatural e indescifrable que puedes controlar a tu merced aun sin saber qué es

Aclaradas estas dudas, entonces ¿qué es el subconsciente, cómo funciona, pero sobre todo, cómo lo ponemos a trabajar en nuestro favor? En primer lugar, no se puede hablar del subconsciente dejando a un lado al consciente y al inconsciente; este es el trípode sobre el cual se cimienta el funcionamiento de nuestra mente; y quiero ser muy enfático en este respecto: no se puede hablar del subconsciente dejando a un lado al consciente y al inconsciente, juntos son un sistema que guía nuestro actuar sin ningún tipo de misticismo, pero sí con algo de complejidad en la interacción de este trío.

Iniciemos con el inconsciente. En este nivel están todas esas actividades que realizas sin pensar, que puedes controlar sólo por breve tiempo y algunas incluso no puedes controlar sin poner en marcha otros procesos en tu cuerpo. Por ejemplo, el latido del corazón: para disminuir su ritmo debes estar en total reposo y para aumentarlo tendrás que hacer alguna actividad física; también están en este nivel la respiración, las necesidades fisiológicas, los reflejos (sí, aunque estos no suceden el sistema nervioso central, se toman como parte del inconsciente) y algunos otros procesos dados por la evolución y que nos protegen ante cualquier peligro externo.

El inconsciente es el resultado de años de evolución de nuestro sistema nervioso que se fue adaptando a cada peligro al que se ha enfrentado el ser humano a lo largo de su existencia en el planeta.

En otro nivel tenemos al consciente. Este es el nivel más conocido –a pesar de que no todos tienen claro lo que es– y es el encargado de tomar decisiones basadas en nuestras experiencias previas o, en ausencia de estas, de lo que consideremos más oportuno en la ocasión. Conscientemente aprendemos, conversamos, razonamos, juzgamos, planificamos, examinamos, decidimos…; el pensamiento consciente percibe la realidad, la analiza y actúa en consecuencia. Paradójicamente, mientras más realizamos una actividad, más se vuelve subconsciente.

Entonces, ¿qué es el subconsciente? Pues, esto es un poco más difícil de definir. Es subconsciente todo aquello que, habiéndolo aprendido conscientemente, podemos realizar sin pensar mucho en ello; por ejemplo, cuando pensamos en escribir la palabra “mamá” no pensamos en que tenemos que escribir primero la letra “m”, luego una “a”, luego otra “m” para finalizar con una “a” con tilde; a pesar de que fue así como probablemente iniciamos la escribir esta palabra, más aún, quizás te decían –como a mí– “la m con la a suena” para que tú dijeras “ma” y luego escribir esta sílaba; muy a pesar de esto, después de que aprendemos a leer y a escribir nadie piensa, a la hora de escribir, en cuáles letras lleva una palabra, a menos que sea por una duda ortográfica o un lapsus calami. De este modo, podríamos definir el subconsciente como una parte de la mente que podemos programar para que realice tareas con un nivel muy bajo de consciencia.

Veamos otro ejemplo en donde, de paso, podemos ver cómo interactúan los tres niveles de la mente: pensemos en el acto de orinar; no podemos controlar cuándo nos va a dar ganas de orinar (inconsciente), sin embargo, de pequeños aprendimos que está mal orinarse en la ropa e incluso que te vean orinando (programación subconsciente), así que te aguantas (conscientemente) hasta que llegas a tu casa o algún sitio en donde puedas satisfacer esa necesidad fisiológica que, aunque obligatoriamente tendrás que hacerlo porque no podrás aguantar para siempre, aprendiste que hay momentos y lugares para hacerlo. Por eso, al inicio de estas páginas les decía que no podemos hablar sobre el subconsciente sin hablar también de los otros niveles de la mente.

En otras oportunidades les escribiré sobre cómo programar nuestro subconsciente y de la importancia de la programación subconsciente para el logro de metas.

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