Un estudio realizado por la prestigiosa Universidad de Chile en 1988, detectó que, en nuestro país, más del 50% de la población adulta poseía analfabetismo funcional, y más del 80% no era capaz de comparar, integrar, inferir ni calcular a partir de la información que leía. Resultados casi idénticos a los de la reciente encuesta 2017 de la PIAAC.
La incompetencia de habilidades genera una serie de deficiencias que van creando el retraso pedagógico que inevitablemente nos encamina al "Analfabetismo Funcional". Escribimos como hablamos y/o chateamos por inercia, sin importar reglas ortográficas y menos gramaticales básicas. Promueven a los estudiantes de nivel pero no detectan a tiempo su mal rendimiento, ya que ninguna evaluación deja al descubierto la realidad que el tiempo devela con descaro cuando llegamos al momento crítico de prepararlos para la prueba de PSU y comenzamos a buscar culpables o soluciones mágicas.
A pesar de esta realidad, a la fecha aún no se han implementado programas a gran escala que se hagan cargo de esta problemática. Por lo tanto, cuando vamos a una entrevista de trabajo, la gran mayoría no es capaz de entender instrucciones verbales o escritas sencillas siendo candidatos potenciales de una vacante laboral por sencilla que sea.
En este contexto, somos responsables de nuestro propio éxito o fracaso estudiantil o laboral. Sería interesante que tanto el Estado como la empresa privada se interesara en nivelar las competencias básicas en adultos, lo que no sólo mejoraría su desempeño y productividad, sino también su autoestima, empleabilidad y finalmente hasta las ganas de seguir estudiando, para que Chile siga siendo un mejor país.