Sobre las filosofía y las ciencias: epistemologías

¨Si nos atenemos a la etimología de la palabra, la filosofía es muy fácil de definir: es el amor a la sabiduría.¨

El término sabiduría (sophia), a su vez, significó primitivamente la habilidad manual en un arte cualquiera; designó después la habilidad en bellas artes: música, poesía; y, finalmente, el saber en general, con un claro matiz de excelencia.

Los términos sabio y sofista fueron por mucho tiempo sinónimos. Un sofista era, pues, un hombre que sobresalía en un arte, o un hombre sabio. Más adelante, dicho término se aplicó preferentemente al maestro en elocuencia, arte eminentemente útil en la democracia ateniense. Finalmente, tomó el sentido peyorativo conservado hasta nuestros días: en Atenas, durante el siglo V, un sofista es un maestro de retórica que maneja con habilidad argumentos capciosos, que se jacta de lograr el triunfo de cualquier tesis, que corrompe la juventud, y que, para colmo, se hace pagar sus lecciones, procedimiento éste que, a los ojos de los griegos, era deshonroso e indigno de un hombre honrado.

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En latín, sapientia procede de sapere: tener el paladar delicado, tener buen gusto, y, en un sentido más amplio, ser un buen conocedor, juzgar acertadamente en cualquier dominio. De este modo, equivale al concepto griego de sabiduría: un saber superior al término medio.
Digamos, pues, como primera aproximación, que la filosofía es el amor o la búsqueda de un saber eminente.

Según una tradición registrada por Cicerón, y que se remontaría a un discípulo de Platón llamado Heraclides el Póntico, fue Pitágoras quien inventó el término filosofía. Los primeros pensadores griegos fueron llamados sabios; Pitágoras, por modestia, sólo quiso llamarse amigo o amante de la sabiduría (...).

Aristóteles no habla en absoluto de esta tradición, a pesar de hallarse en condiciones de conocerla, él, que fue discípulo de Platón durante veinte años. Pero afirma por su parte algo enteramente parecido, invocando el testimonio del poeta Simónides:

«Se puede estimar con razón que la posesión de la sabiduría es algo más que humano. En efecto, la naturaleza humana está esclavizada en tantos aspectos, que, según Simónides, sólo Dios puede gozar de este privilegio»

(Metafísica I, 2)” (Roger Verneaux, Introducción general y lógica, capítulo primero, pp. 11-12)

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