Las clases se construyen según el estilo solicitado por él/la alumno/a, el nivel de conocimiento y las condiciones físicas que posea, pero en general las clases suelen dividirse en cinco fases: la primera de ellas, es la fase de calentamiento y elongación, paso crucial para preparar el cuerpo y prevenir futuras lesiones, luego de esto se realizan series de pasos propios de cada estilo, con el fin de trabajar la coordinación, el movimiento, el ritmo, el oído musical, la disociación, entre otras cualidades. Como tercera instancia, se lleva a cabo una coreografía de aproximadamente 40 segundos, momento que permite trabajar la memoria coreográfica, el oído musical y la ubicación espacial. Seguido de esto, cómo cuarta instancia, se trabaja la improvisación, aquí se incentiva la exploración del movimiento y la creatividad, con la intención que él/la alumno/a pueda encontrar su propia danza, su forma particular y única de expresarse por medio del movimiento. Por último, a modo de cierre, se realiza una serie de movimientos y respiraciones, las cuales permiten relajar el cuerpo luego del esfuerzo realizado, con el propósito de cuidarlo y protegerlo de posibles lesiones y dolores posteriores.
Es importante destacar que él/la alumno/a puede proponer la inclusión o modificación de algunas de estas fases, pues la idea es que se sienta cómodo y satisfecho con lo que está realizando.