Luego de un diagnóstico inicial, procedo a comunicar con claridad los objetivos de aprendizaje en los ejes de lectura, escritura, investigación y oralidad y compruebo que mis estudiantes los comprenden y son capaces de relacionarlos con sus propias metas. Ajusto mi práctica pedagógica en función de cada situación inicial y de las respuestas de los/as estudiantes y las evidencias que recopilo mediante el monitoreo de sus progresos, para atender así a sus ritmos de aprendizaje, sus diferencias individuales y sus necesidades de apoyo formativo. Ofrezco a mis estudiantes retroalimentación de manera oportuna, basándome en criterios e indicadores de evaluación, para que dispongan de información específica sobre los niveles de logro de los conocimientos, habilidades y actitudes definidos en los objetivos de aprendizaje evaluados; y para establecer estrategias que les permitan superar sus brechas. También compruebo durante mis clases, mediante preguntas o actividades relevantes, el nivel de comprensión de mis estudiantes e identifico dificultades y errores para reorientar la enseñanza toda vez que sea necesario. También trabajo en la construcción de un vínculo significativo con mis estudiantes en el entendido de que no existe otra forma de asegurar compromiso e involucramiento con su propia superación.